EL SOBRE DE AZUCAR

Hace unos años, publiqué un artículo de pocas palabras en una red social, sobre algo que yo pensaba sobre un acontecimiento ocurrido en esas fechas.

Y entre algunos de los comentarios, había uno que de forma sarcástica me decia. “típica frase de los sobres de azúcar”, en aquel momento me sentí un poco idiota y molesto por ese comentario. Confieso que me entró unas ganas de rebatir esa respuesta a mi opinión, pero me quede pensativo con lo que iría a responder. Y paso el tiempo, se me quito el enfado y le perdí el interés a contestar a ese sarcasmo. ¿Por qué?, ¿acaso estaba ella en lo cierto?.

Pues no, no fue eso lo que me detuvo, sino que recordé una frase, que si había leído yo en algún sobre de azúcar, “A veces la indiferencia es la mejor arma contra la ofensa”.

Y mira por donde dio resultado, pues me hizo mas fuerte en mis convicciones autorales, á darle más sentido a mis opiniones y artículos publicados. Es más, me sentí orgulloso de ese comentario, pues me elevaba a la condición de articulista de los sobres de azúcar, de ser leído por cientos, miles de personas que se gastaban algunos segundos de su vida, para leer el texto del sobre antes de romperlo y vaciar su contenido en su delicioso café diario.

Me sentí pletórico de saber que con cada sorbo de café, estaban recordando palabra a palabra, la frase del sobrecito, intentando encajar la frase en su día a día, compartiéndola con las otras personas que a su vez compartirían su rutina diaria.

Comencé a pensar y ver el porqué de algunos acontecimientos de cualquier ámbito hacían reflexionar o comentar a las personas, porque algunas se molestaban por ideas contrarias, otras formaban preconceptos por los actos de otras personas.

Otras personas, simplemente, las usaban para agradar un romántico instante o para resolver una complicada historia que no tenía pies o cabeza. Publiqué en una ocasión, “Si el problema tiene solución, ¿Dónde está el problema? Si el problema no tiene solución ¿Cuál es el problema?, sea objetivo en las opciones y no alimentaras los problemas”.

En ese momento percibo que no es cuestión de dividir las personas por su capacidad de entendimiento y si por mi capacidad de entender que todos tenemos el derecho a reflexionar de lo que somos y de lo que decimos. Y asi nació una de mis frases favoritas “Yo soy dueño de mis palabras y esclavo de lo que tu entiendas”.

Quiero decir con esto que no importa lo que se diga o publique, siempre estaremos atentos a lo que los demás tienen que decir, pues ellos son dueños de sus palabras, esclavos de nuestra indiferencia e ídolos de nuestro reconocimiento a sus comentários.

Y de esta forma, sin estar escéptico con lo que publicaba animado, me dedique a pensar, a propóner frases e ideas mías, propias de un sobrecito de azúcar.