Guía Gestión

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miércoles, 17 de agosto de 2016

RECADITO PARA ESTA GENERACIÓN “NI-NI”.

Cada día me sorprendo menos con estos chavales de nuestra actual forma de vida, pero con seguridad ellos si se asombraran con lo que muchos de nosotros, en nuestro medio siglo de vida, tuvimos que vivir y aprender.

Muchos de nosotros fuimos criados con gofio y leche de cabra recién ordeñada, desde el biberón hasta La escudilla, sin rechistar ni dejar nada en El plato. Usábamos pañales de tela y nos ponían crema para las manos en el culito para no sollarnos. Cuando caminar solito se convertía en nuestro mejor pasatiempo, nos llevaban para los campos o para las salinas, donde aprendimos jugando a plantar los tomates y pepinos o a rastrillar la sal seca para hacerlas montoncitos.

En casa no había TV, pero siempre teníamos algún libro para leer que nos llevaba a viajar en las aventuras con indios y vaqueros o la vida de algún naufrago dando a su mejor amigo el nombre de Viernes. Cuando se acababa algún embalaje de comida o nos hacíamos con pedazos de muebles, lo reciclábamos como juguetes, buscábamos tachas dobladas en el suelo como si fueran pepitas de oro, para poder montar nuestros ingenuos “games”, hasta que llegase la temporada del trompo o los boliches, época que montábamos nuestras batallas en virtuales campos de lucha.

Nuestras abuelas no tenían su casa a prueba de niños, donde nos alimentaban con comida casera y nos llevaban a las fiestas del pueblo donde nos lo pasábamos bien en cualquier atracción o conociendo nuevos amigos. Cualquier bicicleta era la envidia de los que no podíamos tener una, si conseguíamos una prestada, éramos los amos del universo. Creci con valores de respetar, ayudar y trabajar, incluso si nos llevábamos un "sonio en la oreja", no nos sentíamos como pobres niños sin cariño, casi siempre era nuestra inocente culpa de mal comportamiento.

En La escuela hacíamos fila para entrar, para el recreo, para salir, todo en orden y siempre con la mayor disciplina indisciplinada, nuestra ilusión era tener una calculadora de mano, una caja de lápices de colores y todo tipo de reglas para usar en clase. Nuestro pasatiempo era intercambiar cromos o boliches, discutir por equipos de futbol o darnos envidia uno al otro por haber visto la película de kung-fu del momento.

Nuestra merienda podía ser pan con plátano, pan con chorizo o pan con pan, comprar bollería era prohibitivo para nuestras 25 pesetas que a veces conseguíamos para llevar a la escuela, todo estaba bueno y nos lo acabábamos en dos saltos mortales de muelas, corríamos a las pequeñas tiendas de aceite y vinagre para comprar helados de leche y coco rallado o de leche con cola-cao.

Nos poníamos felices con los experimentos que aprendíamos en la escuela, nos inventabamos redes sociales con vasos de plástico unidos por un hilo, haciemos nuestros aplicativos con tres piedritas de un color y otras tres de otro color para jugar en cualquier sitio al “tres en raya”. Teníamos un ordenador virtual jugando al “piedra, papel y tijera”. Cualquier cosa era buena para intercambiar, incluso los 10 minutos en bicicleta prestada.

Nuestra madre nos enseñaba cocinar, lavar ropa, coser un boton, hacer La cama y muchas otras cosas más, a veces con chancla en mano. Y no por eso creíamos que éramos victimas de exploración infantil... nuestro padre nos dejaba coger el volante del coche, sentado entre sus brazos, eso si que era sentirse el amo. Como era de bueno dar envidia a tus hermanos y primos, siempre y cuando no pasabas encima de algún agujero o piedra de la carretera, porque ahí si que te volvías el “platero” de las risas de todos ellos, aparte del cogotazo que te ganabas.

Y no es por decir que tiempos anteriores fueron mejores, eso es un hecho. Pero si poder decirles a los “NINI” que nuestros valores eran de carne y hueso, sentíamos todo lo que hacíamos y el placer de descubrir nuestro mundo de una forma natural y sobrevivimos.

Si esta historia te hace recordar tu infancia, eres parte de la generación viva, sin artificios. Si al contrario te sientes fuera de esa aventura de vida, te deseo lo mejor para no intoxicarte con realidades virtuales, artificiales de la vida actual. A veces ir a coger papas con tu familia o amigos, en modo “pokemon-go” reactiva la aventura de vivir.

Comparte mi historia si eres de los que creen todavía en Orden, respeto, disciplina, bondad, educación, obediencia y amor... Por un mundo donde haya derechos y también deberes, de valores y solidaridad.


SI, ese "renacuajo" soy yo, con mi abuelo materno, Julio Valido Padrón, en su casa de San Roque, Telde. Yo claro está, me dedicaba a cuidar de sus cabras. entre 1966 - 1967

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