Cuando Dios hizo la mujer de la costilla del hombre no lo
pensó dos veces, El canalillo crearé, haré al hombre palidecer, punto deseado con
creces, atónito te mereces. Con buen juicio salomónico, el canalillo divide
todo equitativamente, incluso al que está enfrente. Pardiez!! me postro fervientemente.
Poderoso talismán, atrayente desde su amanecer y así se
mantiene sin desfallecer, Aunque sus
colinas comiencen a atardecer. Simple o
complejo, siempre está en mi entrecejo. El tiempo pasa y en su regazo da esperanza.
Su color no tiene nada que ver, pues tiene el embrujo de la
vista hacerte perder, elegante embajador de toda mujer. No siento sosiego ni
desespero, de su hipnótico poder. En él me refugio cuando perdido reclamo de mi
costilla perder.
Ay de quien un canalillo sucumbir, pues de su embrujo jamás irá
a perder, inmerso en su devenir, muchos de nosotros no podremos salir. Pues la
obra de Dios no la veo como una pérdida de poder, cuando un canalillo de mujer
gusta de se ofrecer. Me esclavizo sumiso ante tan hermoso y elegante punto de
parecer.
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